lunes, 1 de marzo de 2010

helado


Aquel lunes su estado de ánimo no era el que solía ser.
Sus pies, parados sobre un frondoso colchón de carnosas hojas verdeoscuro eran capaces de sostener las mil ramificaciones de aquel árbol que sentía en su cuerpo.
Era imposible distinguir si las ramas, hojas, flores que allí se encontraban eran de ese árbol o de alguna enredadera ajena, que gracias a él, se enredaba.
Entre paréntesis exclamó -¡Qué ganas de tomar un helado!, hoy es lunes de tormenta, un buen momento para mi.
Entró al jardín botánico, se sentó en el banco sin sol frente al árbol alumbrado y comenzó a escribir: “Aquel lunes…”

-Rayen-

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